jueves, 28 de mayo de 2009

Hipocrecía, ignorancia y cómplices al fin y al cabo


¿Qué cubano que viva dentro o fuera de su país, no se habrá topado con al menos una persona en el mundo que halague al gobierno de Cuba?

El tema nos choca a todos los que emigramos de allá cualquier sea el comentario que realicen a favor de la revolución cubana, como también a muchísimos que aún permanecen en la isla.

Quienes realizan a menudo comentarios de este tipo me han provocado siempre una buena cantidad de interrogantes.
¿Desconocerán realmente los desastres económicos y sociales llevados a cabo por esa revolución?
¿Mantendrán únicamente una opinión malformada y poco menos que incoherente con la defensa que proponen realizar con sus comentarios?
¿Serán algunos de los no pocos Stalinistas no declarados que bogan por mantener muy sutilmente al menos un país en este mundo con el status deseado por ellos?
¿Se cegarán tanto en un odio hacia el gobierno de los Estados Unidos que son capaces de alinearse al bando contrario llámese Fidel Castro, Sadam Hussein, Hitler, Bin Laden o cualquier desmedido inhumano despótico dictador con tal de no quedarse en una lógica postura de condena a todo aquello o aquellos que propugnan el odio entre los seres humanos esgrimiendo un absoluto y populista discurso cualquiera que fuese?

Podría cuestionarme tantas otras cosas que esta página pasaría a convertirse en un largo impreso de prodigiosas interrogantes sin convincentes respuestas existentes.
Preferiría, desde mi humilde opinión, encomendarme hoy a desmenuzar algunos de los por qué entendidos por mí.

A la humanidad le encanta por excelencia desdoblarse en dos acciones. Una, sentir pena y brindar su apoyo por el que se considera más débil ante el más fuerte. La otra, querer vivir como vive el más fuerte.

Desde hace más de cincuenta años esta manera de pensar se ve ajustada perfectamente hacia Cuba por parte de miles y hasta millones de seres humanos de todas latitudes. Lo que más significante resulta para los que viven dentro de Cuba, es ver como muchísimos extranjeros alaban nuestra sociedad revolucionaria, comparándola con las desigualdades monstruosas de las suyas y siendo ellos participes directos o indirectos de ello.

Acomodados y reconocidos intelectuales, políticos de ideas de izquierda, músicos de buena trayectoria, artistas plásticos, actores, directores, profesionales y hasta empresarios. Todos, y valdría la pena recalcarlo, provenientes de países capitalistas, dentro de los cuales viven en un estado de relativa comodidad material y de derechos humanos, los cuales si viesen truncados dentro de sus sociedades, no dudarán en buscarlos en las comodidades de la vieja Europa.

Un sin número de ellos se han desencantado con los años del proceso de "cambios" que su añorada revolución ha decidido realizar. Se han desilusionado, simpática manera de describir esas sensaciones propias de ellos cuando de una sociedad completa se trata, como si de un juguete o serie televisiva se tratase.

Cincuenta años, es sabido, no simboliza mucho para la historia de la humanidad, pero un solo año de esta puede cambiar la vida completa de muchos seres humanos, cincuenta años, por consiguiente, sin duda cambian la vida de millones de personas. Hablo de toda una vida, por decirlo de una manera más coloquial y quizás mejor entendida.

Cuando en el año 2003 se produjo una más de las tantas masivas detenciones de críticos del régimen y el fusilamiento, a bombo y platillo anunciado, de tres jóvenes capturados luego de robar una lancha e intentar salir ilegalmente del país, comencé a escuchar a raíz de aquellos sucesos, las voces de tantos sujetos internacionalmente comprometidos con su apoyo público al gobierno cubano, defenestrando aquella decisión tomada por su hasta entonces amada revolución.

En ese mismo año de 2003, se cumplían cuarenta y cuatro años de su amada revolución. ¿Podría entonces pensar que hasta el instante de aquel episodio cubano, con un marcado pluralismo de acción dentro de su propia y habitual idiosincrasia, estas personas no habrían sido capaces de detectar fallas algunas de elementales violaciones de derechos humanos en ese país tan pequeño como adorado por ellos, o solo creerían el idiolecto de quien admiraban más de ese país?

Podría tildárseles con muchos adjetivos, pero las dudas sobre ellos siempre quedan como si de hipócritas se tratase, los cuales creen o hicieron posteriormente creer la ignorancia que poseían sobre las atrocidades de las que, y por propia voluntad, se convirtieron en cómplices.

1 comentario:

  1. Esta muy interesante este blog, tambien he pasado por la molesta situacion de tener que lidiar con idiotas que viven muy bien pero se aferran a sus ideas utopicas sobre como ellos ven a Cuba y no hay manera de que uno les haga ver la realidad, pues como dice ese dicho tan criollo "No hay peor ciego que el que no quiere ver" En fin, hoy en dia trato de evitar y hasta ignoro a veces estos comentarios pues estaria fajado o discutiendo siempre.

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