martes, 6 de abril de 2010

Palabras más, palabras menos. ¿De qué lado estás?

Hace pocos días se presentaron en La Habana los músicos de Calle 13. ¡Bienvenido sea su música para la gente! Al fin de cuentas es la gente la que disfrutó y bailó con ellos y su meneante música y estribillos.

Para los miles que acudieron a su concierto lo que menos les importó fue la razón política por la que ellos decidieron presentarse en La Habana. Algo lógico en cualquier parte del mundo. Imagínense si cada vez que algún músico, cantante o agrupación fuera a presentarse en vivo, la publicidad de su concierto estuviese enmarcada en su afiliación política, religiosa, sexual, o cualquier otra actitud personal.

Pero, si de brindar su arte solo se trataba, ¿por qué entonces tantas declaraciones de un lado y del otro?
¿Qué tanto obliga a una banda internacionalmente popular a tener que dar explicaciones de sus actos palabras más, palabras menos? ¿Por qué no blanquear su postura política con respecto a Cuba? Bien pudieron ignorar las posturas ideológicas y hacer lo que la gente en el malecón habanero fue buscando encontrar en ellos. Pero el guardarse declaraciones para realizarlas en el lado conveniente, me parece que marca una ambigüedad y doble discurso político en ellos ya archi conocida por los cubanos. Sería, a mi entender, que sólo hubiesen propuesto seriamente hacer arte y, de ser indagados, declarar abiertamente una postura tal y como tratan de hacer transmitir siempre en sus declaraciones en temas no vinculados con Cuba. Entonces, sin que por ello deba dejar de gustarnos o disgustarnos su música, simplemente sabríamos de que lado están.

lunes, 5 de abril de 2010

¡Dejen a Cuba en paz!

Si tuviese que preguntarme quienes serían los principales responsables de los cambios que deban suceder dentro de Cuba, seguramente debería responder que los cubanos.
Bien, pero... ¿que cubanos?

La respuesta puede llegar en cataratas de opiniones diversas y acalorados debates y discusiones. No estaría mal, pero seguiríamos debatiendo, discutiendo, opinando y................
Si no existe un real acuerdo mundial para que en Cuba exista la posibilidad de un mínimo espacio real de libertad de expresión, será casi imposible que a la población se le exija desde afuera que sea la carne de cañón ante la aún aceitada maquinaria gubernamental.
Con los sucesos que transcurren en el país y de los cuales la prensa mundial se ha hecho eco, vale escuchar las opiniones de muchísimos presidentes latinoamericanos. La mayoría de esas opiniones son tan escuetas y escurridizas que podríamos denominarlas de "un alto contenido silencioso".

No tuve nunca la esperanza de escuchar en boca de los mandatarios regionales una declaración siquiera de mediación ante la situación interna cubana, pero muchísimo menos aún de condena a lo sucedido.

Si observara el panorama que compone el mapa político de mandatarios latinoamericanos, y exceptuando a Hugo Chávez, diría que con diferencias ideológicas entre ellos, son todos personas de un convencido valor democrático y de las instituciones, al margen del uso que cada cuál quisiera hacer valer de ellas en sus respectivos países.

Entonces, ¿cuáles son las excusas reales que llevan a tal silencio cómplice entre ellos?
Si miramos las edades de los mandatarios y los orígenes de sus militancias políticas, podemos observar que muchos provienen de sectores de clase media vinculados en los ámbitos universitarios u obreros a agrupaciones con tendencia a ideologías de izquierda. Bien, hasta el momento no sería ningún delito cometido ni razón para entender tal comportamiento, pero para ellos aquel primer amor político los ha marcado como marca un medio familiar para siempre a cualquier persona adulta que, incluso, haya optado por tomar caminos totalmente diferentes al mandamiento familiar.

A pesar de haber dejado de lado hace años los amores de izquierda, los cánticos pro- proletarios, las ideas nacionalistas y latinoamericanistas y haber entrado a desfilar en la intrincada, escabrosa, compleja, sucia y corrupta carrera política, han mantenido en el fondo un ligero ideal antimperialista y anticolonialista. Lo mantienen incluso en demagógicos discursos políticos disfrazados de nacionalismo y hermandad fronteriza sin atreverse nunca a pronunciar la palabra Estados Unidos, (no sería aceptado en términos diplomáticos, entendamos).

Esa falencia de verdad en la que navegan los ha llevado a ver en Cuba el último lugar del hemisferio en el cual pueden observar un espacio del pasado dejado atrás. Ven en Cuba el último reducto de la rebeldía aún adolescente que transpiraban y hacían brotar de sus palabras hace décadas ya. Ven a Cuba como observaría un sesentón a unos Rolling Stones que hace décadas han dejado de ser el grupo rebelde de su juventud para convertirse en una maquinaria comercial y que sigue vendiendo un paquete con portada de rebeldía comprable por esos veteranos fans que, sin creérselo, siguen sintiéndolos como los rebeldes que ellos han optado por dejar de ser.
Sin embargo conocen perfectamente la realidad, tanto como ese veterano fans de los Stone, pero prefieren ver en Cuba el último signo de rebeldía que necesitan para no sentirse del todo traicionados por ellos mismos. Aunque, la verdad más próxima de todo, no sea Cuba. La verdad más próxima son los Estados Unidos y lo que les representó su gobierno hace años y que aún les sigue representando sin poder gritárselo a la cara. El problema no es que están a favor de Cuba, el problema es que están en contra de los Estados Unidos. Cuba es simplemente el molesto grano que ellos ven para el poderoso vecino. Ese grano que ellos ni siquiera pudieron ni quisieron lograr ser, pero que disfrutan que exista. Es una actitud cobarde e hipócrita, es cierto, pero ellos son parte de la política y la política es esencialmente eso, cobardía e hipocresía, sin importar el cartel ideológico que pretendan colgarse en sus pechos, ni las ideas que descarguen en sus apasionados discursos de campaña para ganar los votos de sus electores.

Pero, si no han tenido el decoro de siquiera poder tratar de llevar a sus pueblos por el camino más sano a un mejor nivel de vida real, cayendo en las tentadoras dádivas de aquellas trans-nacionales extranjeras que otrora tanto criticaban, al menos deberían tener la decencia de saber retirarse y no intervenir nunca más en la vida un pueblo que nada les ha debido, nada les debe y nada les deberá cuando la historia sea contada una vez más.






Monarquía al servicio de la Autocracia

En los últimos días leí con estruendo en la prensa mundial las declaraciones de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez acerca de la necesidad de cambios dentro de Cuba. Muchas otras "personalidades de la cultura cubana" que residen dentro de la Isla (al menos en términos migratorios), han comentado también acerca de esto sin que sus palabras hayan tenido el eco de los dos anteriores.

Silvio Rodríguez planteó necesidad de cambios dentro de la misma revolución. Revolución a la que en un juego de palabras instigó a suprimirle la letra "r". Desde hace décadas se le puede escuchar en entrevistas comentando acerca del necesario cambio que requiere el país, pero esto siempre dentro del marco del momento en que pronuncia sus comentarios.

Canciones o declaraciones suyas que acompañan el discurso que enaltece el oficialismo, quien acompaña a su vez a estas asegurando que al no ser una sociedad perfecta hay aún muchas cosas por corregir. Es simplemente el mismo juego de declaraciones que prefieren escuchar los unos y los otros. Hoy no sería políticamente correcto que Silvio hablase solamente de la burocracia como uno de los males que afectan al país, o de la crisis de valores en algún pequeño grupo de la sociedad, o de la necesidad de que más jóvenes comunistas se sumen a tareas del partido en sus niveles medios de gestión, o que quizás haya que analizar el por qué los cubanos no puedan alojarse en un hotel dentro de Cuba.

Todas éstas declaraciones e inquietudes pasadas que el trovador expresaba cada tanto en alguna entrevista o dentro de las letras de sus canciones, hoy se ven diminutas ante lo que pareciera ser un sinbronazo declaratorio del denominado "trovador de la revolución". Silvio ha pasado a ser una figura, metafóricamente hablando, que triunfa con una revolución popular contra una tiranía, declara progresismo en sus letras, amor entre los seres humanos, amabilidad y entendimiento al prójimo, pero que con el paso de los años y no haberse caído nunca del pedestal en que se haya desde hace más de cuatro décadas, termina convirtiéndose en tirano también.

Actúa el mismo papel que sus apuntaladores, desde su trinchera, desde su lugar. Su lugar es la cultura, desde ese espacio es quien decide muchas líneas a seguir y condena a través de su poder a quienes se desvían de la misma corriente. Hace bien su trabajo, no pudiera yo negarlo, como a su forma lo realizan los otros. Pero él, entre y ante los otros, conoce que su posición es privilegiada. No ha llegado tan solo por méritos políticos ni obsecuencias sin razonamiento alguno llenas de discursos repetitivos y modulaciones de voz o gesticulaciones necesarias que son las aceptadas entre quienes aspiran a ocupar algunos de los itinerantes palcos medios reservados por la cúpula para los sabuesos de turno. El ha llegado amparado por una generación de cubanos y latinoamericanos que a sus veinte años escuchaban las letras de su canciones dentro de el ideal de la revolución proletaria para todos los pueblos. De eso hace más de treinta años ya y, tanto en Cuba como en América Latina, esas generaciones han crecido y se han desencantado de los rumbos llevados por los que imaginaban tantos años atrás como los ídolos a admirar. Las nuevas generaciones han cambiado, han nacido y crecido en otras sociedades y en sus inquietudes diarias y gustos musicales no pasan ni como un soplo de brisa los ideales ni las letras de sus canciones. Si aún hoy puede darse el lujo de organizar un concierto y reunir a un número de oyentes, es más que nada por la misma razón que puede hacerlo aquella figura revolucionaria con la cual anteriormente lo comparaba metafóricamente.

El hoy se sabe un seguro miembro de la monarquía a la que pertenece desde su lugar de la cultura. No ha sido, ni será a estas alturas de su vida, desterrado de su sillón. Pero también debe saber que la monarquía será siempre el eslabón más alto dentro de un sistema donde impere, pero lamentablemente para sí y para muchos otros, les ha tocado convivir su provecho personal al servicio de una Autocracia, la cuál, para desgracia ya de todo un pueblo, siempre estará esperando el buen comportamiento y los buenos servicios de quienes nunca llegarán a ocupar su trono.


viernes, 2 de abril de 2010

La sociedad cubana y el país para los cubanos

Los cubanos siempre estamos hablando, usualmente en confianza, sobre las causas que llevarían a una caída del régimen y las consecuencias que esto traería para Cuba.

Los análisis son de cualquier tipo: seriedad, incoherencia, gracia, tragedia, inquietud, sorpresa, miedo, ansias, etc.; son adjetivos que podrían emplearse en las sensaciones que provocan nuestros deseos o visiones de lo que podría suceder.

Es comprensible también, y de más está decirlo, las denuncias que realizan a diario las personas que desde dentro de la Isla apuestan día a día a comentar los atropellos que viven tanto ellos como el resto de la población; atropellos éstos que van desde una censura, el uso de la violencia física, faltas de libertades económicas...

Pero noto en la comunidad cubana que vive tanto dentro como fuera de Cuba, la falta de un pensamiento un tanto coherente de lo que realmente quisiéramos y esperaríamos para Cuba. No encuentro que exista un proyecto real de país a futuro que aglutine a una gran parte de los cubanos, que sea comprensible y comprendido por aquellos que opten por el mismo. No sería este el único, por supuesto, pues eso nos dejaría en la incómoda y ya conocida situación de seguir un solo pensamiento, un solo accionar, una sola orden y motivo de vida; pero sí podría ser el que nos haga ver que es lo que realmente aspiramos a ser como país en este mundo con sus reglas de juego a las que quizás por primera vez en décadas nos tengamos que acoger. Estas reglas del juego, sepamos, no han sido ni serán impuestas por Cuba ni desde Cuba. Tendremos que saber como convivir con ellas y saber también como sacarles el mejor provecho entre todos, como logran hacer muchos países en este mundo. Si nos quedásemos en el solo hecho de esperar una caída del régimen, de aspirar que después de sucedido esto pueda toda la población cubana vivir en libertad democrática y por consiguiente de poder expresarnos con la total libertad y tener una libertad de accionar económico, estaríamos siendo sumamente cortos de visión en cuanto a lo que nos depararía el futuro como sociedad y las heridas aún no cerradas nunca llegarían a cicatrizar del todo para muchos.

No puedo dejar de hacer corresponsables en el análisis a los cubanos de la Isla, pues serán en definitiva ellos como mayoría que son de nosotros en el mundo, los grandes responsables del trayecto futuro tanto en lo político como en lo económico y social. Es cierto que quienes vivimos fuera de Cuba poseemos una información sin la censura convivida a diario por los de adentro, motivo que nos permite poseer una visión diferente y de variada gama de acciones, pero esto sería tan solo basarme en la posibilidad que hemos tenido los que vivimos fuera de Cuba de poder tener acceso a una mayor información, lo que no significa que tengamos en absoluto la verdad, pues sería esto caer simplemente en un silogismo: los que tienen más información tienen la verdad, por lo tanto los cubanos que están afuera al contar con mayor información son poseedores de ésta.

Considero que en los cubanos que estemos fuera de Cuba el análisis fundamental de poder debatir un programa de país REAL, no el que quisiéramos en nuestras ansias o el que viéndolo desde un ámbito muy personalista sea de nuestra conveniencia, nos debe llevar a respetar a quienes dentro de Cuba claman por CAMBIOS REALES y respetar también tiempos que ellos necesiten para poder elaborar sus propuestas así como ellos deban también escuchar, respetar y considerar a los que estemos fuera.

Hemos tenido la posibilidad de vivir fuera de Cuba muchos y eso, se quiera o no, nos ha posibilitado tener un panorama un poco más cierto del mundo y los países. La historia es algo que a través de los siglos ha sido tergiversada y manipulada, pero está ahí si la queremos ver y analizar por nosotros mismos.

Desde fuera de Cuba, he aprendido de mi país infinitas veces más que lo aprendido dentro del mismo, desde datos históricos, políticos, sociales, económicos, culturales, etc., y esto me ha provocado la duda de si alguna vez realmente tuvimos un concepto mayoritario del país que aspirábamos a tener.

Cuba fue junto con Puerto Rico la última colonia española en América, con casi cien años de diferencia con el resto del continente en lograr la independencia de su metrópolis. Si esto sucedió, entre otros tantos motivos, fue por la falta de un acuerdo real entre los independentistas de la época en qué sociedad querían ver convertida a Cuba. Luego la guerra de los diez años, con héroes cubanos entre los cuales muchos eran abiertamente pro esclavistas y pro anexionistas de Cuba a los Estados Unidos, a la par de otros que abogaban por la independencia final y la abolición de la esclavitud definitiva. La guerra del 95 desembocó en una independencia política cubana de España y un ampara je de los Estados Unidos, no necesariamente por la fuerza, pues muchos círculos de la sociedad habían sido proclives a una intervención norteamericana en el conflicto, mientras aún a las puertas del siglo veinte muchos hubiesen deseado seguir siendo una colonia española como hacía ya cuatro siglos atrás.

En éste año 2010 están quienes apoyados en razones económicas, culturales o políticas, plantean desde una anexión de la Isla a los Estados Unidos, una hipotética vuelta histórica anexionista a España con la autonomía otorgada por Madrid a Cuba en el año 1897 incluida, una anexión a Gran Bretaña (por razones aún desconocidas para quien escribe), una anexión de la península de la Florida a Cuba, o una independencia política absoluta de cualquier país del mundo. Este último punto es el que actualmente pudiésemos decir que ostenta Cuba, pero sin un destino real y coherente en presente y a futuro para su sociedad.

Los tiempos en que ilusamente creí que el gobierno cubano daría pasos para una posible transición pacifica y ordenada de Cuba hacia una sociedad compatible en términos democráticos con el resto del continente, se han esfumado a la vista de todos. Los últimos vestigios de esta esperanza que llegaron hace casi tres años nos han devuelto a la ultra conocida realidad del país, por lo que creo urgiría poder contar con un programa político, económico y social en una futura e imparable transición cubana.