jueves, 23 de julio de 2009

Encuesta periódica (¿"Guión de Ficción"?)

Acto 1: Cada tanto al Comandante o al General se les ocurre poner en práctica uno de sus más efectivos y favoritos métodos de encuestar a la población. Para ello convocan en pleno a las altas ésferas del Estado y vuelcan sobre éstas la tarea de organizar dicha importantisíma encuesta.
La única consigna dada por los dos aburridos jerarcas es la de mantener la infalible estrategia de hacerles llegar algún artículo doméstico de primera necesidad a la sociedad. Por supuesto, la cantidad de éstos no podrían nunca superar al diez por ciento de la necesitada población. De esta forma estaría garantizado el éxito de la operación.
Acto 2: El Consejo de Estado y de Ministros accede a dedicarse por completo a su patriótica y abnegada labor encomendada, no sin antes rebatir o cuestionar absolutamente nada.
Acto 3: Por consiguiente, al considerarse en pie de guerra, el Consejo de Estado y de Ministros encomienda al ciento por ciento de sus trabajadores ponerse también en pie de guerra y enlistarse en las filas de la nueva batalla a realizar. Esto redondeará alrededor de un noventa y nueve por ciento de la población laboral cubana, según un altamente calificado estudio que el compañero Ministro de Economía obstenta en su expediente ante el Consejo, los empleados de su Ministerio y del resto de la sociedad en general. Valdría señalar que por este gran aporte sociocontable, él mismo ha recibido el cariñoso y halagador mote criollo del "Afiladisímo", haciéndo lógicamente hálago a su capacitada habilidad en cuanto a las estadísticas se refiere, luego de este agotador trabajo investigativo que hubo de requerirle más de tres años, incluyendo veintidós desgastadores viajes al exterior, en busca de la información necesaria.
Acto 4: El compañero Ministro de Comercio Exterior hace uso de la palabra en la reunión coordinada entre los compañeros Ministros de todos los Ministerios, y propone elevar al Consejo de Estado la propuesta del artículo doméstico de primera necesidad que él considera sería la más necesaria y, por consiguiente, la más efectiva dado el carácter de la operación. El compañero Ministro de Comercio Exterior propone que el producto sea un módulo de aseo personal.
Acto 5: El compañero Ministro de Cultura sonríe. No considera apropiado el planteamiento anterior dado por su colega por considerarlo inapropiado para la gente. ¿Qué dirán los enemigos del pueblo cuando se enteren de esto? Pregunta sin esperar respuesta a su retórica.
Acto 6: El compañero Ministro de Agricultura, propone un módulo de ropa de trabajo de campo que incluiría un pantalón, una camisa y podría valorarse, dado las divisas disponibles, de un sombrero. Descarta de entrada la entrega de botas de trabajo ante la requisitoria del compañero Secretario de la Central de Trabajadores, alegando el alto costo en divisas de éstas en el mercado Sueco, según él mismo pudo comprobar en persona durante un mes de recorrido por los países nórdicos en busca de algún calzado accecible para las divisas del Estado que pudieran facilitarles a los trabajadores del azúcar en la pasada zafra azucarera. El compañero Secretario asiente en silencio.
Acto 7: Las deliveraciones se extienden toda la tarde y el jamón y el queso de los sandwichs no ha sido suficiente alimento puesto que ha transcurrido ya una hora desde que las últimas bandejas fueran degustadas. A sabiendas que la reunión se extenderá por intervalo de unas cuantas horas más, el compañero Ministro de Saud Pública propone ingerir algún alimento que sea saludable para las neuronas y como anfitrion de la reunión, el compañero Ministro de Relaciones Exteriores encarga a la cocina de la Cancillería preparar suficientes raciones de ostiones y otros diversos mariscos. Antes pregunta a todos si están de acuerdo con la propuesta realizada, a lo que todos acienten. El Ministro de Relaciones Exteriores ve esta decisión como un síntoma de buen entendimiento.
Acto 8: El Consejo de Ministros está hastíado de tanto comer, pero temen reconocerlo. El compañero Ministro de Salud alega que para un mejor rendimiento neurolinguístico el ser humano necesita descansar durante la noche. Todos asienten, no sin antes comprometerse a estar reunidos a la mañana siguiente en el mismo lugar. ¡Todos mañana al pie del cañón! Exclama jocoso el compañero Ministro de Transporte y recibe el aplauso de todos por su aporte.
Acto 9: Luego de haber estado pensativos toda la noche, los compañeros Ministros aún no han podido dar con el objeto necesario para la población. El primero en recibir la encuesta entre los trabajadores de su Ministerio es el compañero Ministro de Comercio Interior. Lee en voz baja los resultados de la misma pero prefiere callar. Luego van llegando los resultados de las encuentas de los otros Ministerios. La competencia no formalizada se hace presente entre ellos. Todos reconocen por ganador al compañero Ministro de Comercio Interior y lo felicitan por su labor ministerial al haber logrado que el ciento por ciento de sus empleados hayan permanecido durante toda la noche realizando esta encuesta y siendo a su vez encuestados. Él les devuelve la felicitaciones a sus colegas a sabiendas del esfuerzo de ellos ya que sus Ministerios han logrado el mismo objetivo por la misma vía. El Ministro de Transporte considera felicitar desde allí a todos los trabajadores. ¡Ellos también han estado al pie del cañón, compañeros! Vuelve a exclamar jocoso.
Acto 10: El compañero Ministro de Salud Pública considera que para que el ser humano pueda tener un mejor desenvolvimiento laboral de más de treinta y tres horas consecutivas sin poder dormir ni haber cenado la noche anterior, debería brindarsele algún desayuno. El compañero Ministro de Relaciones Exteriores asiente, pero no emite opinión. El compañero Ministro de Cultura asiente también en silencio. Todos los compañeros Ministros asienten en silencio, colocan en silencio las tazas y platos del desayuno en las bandejas para que sean retirados y deciden continuar con la reunión. ¡Aún hay mucho por qué trabajar, compañeros! Exclama una vez más el jocoso compañero Ministro de Transporte y esta vez recibe calurosas demostraciones de afecto de sus colegas.
Acto 11: Ninguno de los compañeros Ministros ha dado ha conocer los datos de sus encuestas ministeriales. Han pasado el almuerzo, las meriendas, la cena y aún debaten que artículo será el que decidirán presentar ante la dirección del Consejo. El compañero Ministro de Educación propone realizar un intercambio de encuestas sin hacer denotar a que Ministerio pertenecen y a partir de ese momento hacer público los resultados de cada encuesta.
Acto 12: Para sorpresa de todos las encuentas ganan por absoluta mayoría en un artículo en particular, ropa interior.
Acto 13: Los compañeros Ministros coinciden en hacerse cooparticipes todos en este emprendimiento. Comercio Exterior plantea su compromiso a realizar un viaje al extranjero y recorrer cuantos países sean necesarios y por el tiempo que sea necesario con tal de conseguir las telas para su confección. Comercio Interior se compromete a poder coordinar el trabajo entre todos los sectores bajo su cargo para que las piezas puedan ser confeccionadas. Salúd Pública aprobará cualquier prenda que sea confeccionada siempre y cuando exista al menos más de una medida de las mísmas. Cultura se compromete a conovocar a un certamen nacional de expositores en el que se realizaría una oda a la historia de la ropa interior de antes y posterior al triunfo de la revolución. Educación se compromete a preparar un intensisimo e inmediato programa para el conocimiento de los estudiantes acerca de la necesidad del uso de la ropa interior, ya sea para varones tanto como para mujeres. Transporte se compromete a gestionar el traslado de las telas hacia Cuba, no así a su posterior distribución por cada una de las provincias de la isla. Cancillería se compromete de hacer ver al mundo que no estan viendo lo que que creen ver. Agricultura declina a favor de los otros Ministerios su cuota asignada de ropa interior entendiéndo que en las ciudades la población es mayor que en las zonas rurales, lo que le equivale a un frenético aplauso de sus colegas y la admiración de todos éstos ante su hidalgo gesto. Economía, con esa fulgurante rápidez mental ya comentada, se compromete a precisar que por el costo en dívisas que esa misión estaría acarreando al Estado Nacional, solo podrían confeccionarse calzoncillos tipo slip y ropa interior femenina tipo cola less sin el sostén superior del conjunto de lencería. Todos entienden que una cola less puede caber perfectamente en el cuerpo de cualquier mujer tanto de quince años y unas medidas de noventa, sesenta, noventa, así como en una mujer de avanzada edad y sobrepeso en grasas. Es una prenda noble, recalcó el Secretario de los Trabajadores.
Acto 14: Los compañeros Ministros chocan sus copas en un brindis que denotaba la satisfacción obtenida por la ardua reunión de dos días completos. Estan satisfechos de los logros alcanzados y de saber que los empleados dependientes de sus Ministerios podrán optar por algo que sea de sus utilidades gracias una vez más al carácter y la generosidad de la revolución.
Acto 15: Los compañeros Ministros se preparan para la segunda étapa del proyecto. Observar, análizar y estudiar los comportamientos políticos y socíales que los trabajadores traslucirán en las escalofríantes reuniones de base de sus empresas para saber quienes estarán en el afortunado diez por ciento de aquellos compañeros revolucionarios a quienes la revolución haya podido obsequiar su bien ganada ropa interior.
Acto 16: Esto continuará................

martes, 2 de junio de 2009

Cuba: crónica de una telenovela con final inesperado


Recuerdo cuando era muy niño, no mayor de cinco años de edad, escuchar solo atrocidades sociales de los países que no promulgaban la idea socialista como nosotros. Lo mismo, por supuesta obviedad, de la Cuba pre revolucionaria.



En ese diferente mundo que nos contaban, solo podían existir dos tipos de clases sociales, los muy ricos y los muy pobres. Los primeros explotaban, humillaban y masacraban a los segundos sin intermediación de otros, puesto que eran solo ellos dos.



Llegué a pensar que mis padres habían aprendido a leer y escribir gracias a la campaña de alfabetización de la revolución. Paradoja de esto, ¿cómo podrían ellos aprender a leer y a escribir si tendrían que ser los ricos los que les enseñarían en una sociedad en la cual solo ellos lo hacían?



Mis padres andarían en harapos, casi semidesnudos, hasta que la revolución les brindó la oportunidad de vestirse decentemente como seres humanos. Otra paradoja, ¿serían los ricos los que les brindarían las ropas en esta ocasión?



Mi padre cortaría caña en los ingenios de los ricos, semidesnudo y analfabeto hasta morir por falta de médicos para los pobres, hasta que la revolución le brindó la posibilidad de tener un médico. Una tercera paradoja, ¿sería el médico de los ricos el que se decidió atender a mi padre?



Mi madre, bueno, sería prostituta, otra no quedaría para las mujeres que no eran ricas, o sea pobres, lo cual las convertiría en las servidoras sexuales de los ricos. Hasta que la revolución llegó e hizo que conociera al cortador de caña ya curado, alfabetizado y vestido en que se había convertido mi padre.



La gran paradoja del final es que la historia contada hasta el hartazgo a un niño de no más de cinco años de edad, provoca en este la idea de que el mundo podía ser, si los malos eran derrotados por los buenos, como el gran culebrón de telenovelas mexicanas en que podía ver reflejada la historia de mi Cuba de aquellos años. Una telenovela donde por primera vez, la chica pobre, desnuda, analfabeta, tísica y prostituta no se casa con el galán rico, sino con un similar a ella que la magia de la revolución había logrado cambiar tanto como a ella misma.



Pero como de una telenovela socialista se trata, esta no podría ser igual a cualquiera de las telenovelas anteriores ya exhibidas. No, Cuba seguiría la línea de la nueva corriente de telenovelas de nuevos directores europeos del este con gran arraigo en la escuela de la telenovela rusa. Por consiguiente, Cuba mezclaría entonces características de la telenovela tradicional con las del cuento popular. Esta nueva corriente, esperaban sus productores, causaría estragos entre la tele audiencia tanto cubana como internacional.



La protagonista de la historia, está más que claro, sería la revolución. Los otros personajes, los habitantes del pueblo de la telenovela, pongámosle de nombre…..Cuba, serían solo extras que le sonreirían a la revolución tal si fuese una publicidad televisiva en la cual entupidamente una familia sonríe ante el producto promocionado. La revolución es el esquematismo de las acciones dentro de esa telenovela, fiel reflejo de la polarización de un cuento popular donde solo existen los buenos y los malos, los pobres y los ricos. Como no existe en la explicación recibida por un niño pequeño, ni siquiera tomándose en cuenta que todo niño debe seguir creciendo por obra y milagro de la naturaleza…y de la revolución, un ápice de brindar un tópico más humano a los personajes de la historia; donde es imposible siquiera poder inquietar al pensamiento acerca de la psicología que deberían tener por naturaleza los malos, y en este caso no por la revolución.



En esta historia todo se vuelve una situación mágica y maravillosa una vez triunfada la revolución. A partir de ese momento los problemas existentes, y por consiguiente existenciales, de las personas buenas; los pobres, serían borrados sin importar cuan real pudiese ser esto o cuan coherente sería de poder creer. Su unidad de construcción estaría basada en una cuidadosa y estudiada selección de cada palabra a emplear, cada frase estaría dotada de la mayor fuerza expresiva posible, capaz de iluminar todo un universo desconocido; vale destacar en lo atrapante de su trama que hasta la fecha los televidentes siguen a la espera de su aparición. Todos los componentes de la telenovela, sus diálogos, hechos narrados, acciones a exaltar, deberán confluir en un hecho único, un verdadero personaje: la revolución.



Pero según iba avanzando la telenovela, algunos de sus productores decidieron enriquecerla aún más a esta e incorporaron pasajes del género literario conocido como leyenda. Fue entonces que la revolución transitó otro proceso para volverse cada vez más épica, combinando los hechos históricos con los ficticios, logrando por consiguiente un maravilloso fenómeno de admiración popular.



Los años fueron pasando y la telenovela se mantenía en cartelera mundial gracias, por sobre todas las cosas, a la gran ayuda del patrocinio de los empresas de los países del este europeo. Sus productores cubanos saltaban de alegría, cantaban vítores a la gran idea de haber realizado aquella telenovela que se atrevió a romper con el esquematismo de las anteriores. Era para ellos la telenovela inacabable, la telenovela que nunca dejaría de mantener una tele audiencia fiel y defensora a ultranza de sus personajes. ¿La estrategia utilizada por los productores para mantener tal grado de lealtad? Hacerles creer a sus seguidores que ellos también formaban parte de la misma telenovela. Los habían logrado involucrar tanto en aquel proyecto, que para muchos historiadores la telenovela de la revolución cubana pasó a convertirse en el primer reallity show jamás conocido en el mundo.



Vale destacar que esta afirmación no fue ni es aún compartida por ninguno de los bandos responsables de este proyecto, los productores iniciadores del mismo y los más jóvenes que fueron ocupando también tales cargos. Ambos bandos seguían compartiendo la idea que la revolución era “¡una auténtica telenovela!”, lo que los hacía convertirse en un solo bando.



Aquel aún incipiente Big Brother caribeño, se vio sorprendido en un lapso no mayor a dos años, por la pérdida de la confiabilidad que sus patrocinadores del este europeo sintieron ante la renuencia de los productores cubanos a desarrollar algunos cambios en la serie televisiva mundial.



Los caribeños estaban convencidos que la serie seguiría atrapando a la tele audiencia local y que ya poseían suficiente madurez y experiencia como para realizar ellos mismos los cambios que creyesen conveniente poder hacer. Es cierto, se vieron en la disyuntiva de tener que incorporar una nueva modalidad a la serie: la fábula.



Fue así que surgieron en el guión nuevos seres irracionales a los que repudiar y la moraleja final se convirtió en una breve frase que exhortaba a condenarlos a estos en cada capítulo diario. Sin embargo, Cuba, la gran telenovela que había sabido ser pionera en su rubro, que había conseguido atrapar seguidores de diversas nacionalidades y estratos sociales e intelectuales, hacía décadas que se había convertido en un fiel reflejo de un mero artículo costumbrista narrado en formato de crónica diaria.

jueves, 28 de mayo de 2009

Hipocrecía, ignorancia y cómplices al fin y al cabo


¿Qué cubano que viva dentro o fuera de su país, no se habrá topado con al menos una persona en el mundo que halague al gobierno de Cuba?

El tema nos choca a todos los que emigramos de allá cualquier sea el comentario que realicen a favor de la revolución cubana, como también a muchísimos que aún permanecen en la isla.

Quienes realizan a menudo comentarios de este tipo me han provocado siempre una buena cantidad de interrogantes.
¿Desconocerán realmente los desastres económicos y sociales llevados a cabo por esa revolución?
¿Mantendrán únicamente una opinión malformada y poco menos que incoherente con la defensa que proponen realizar con sus comentarios?
¿Serán algunos de los no pocos Stalinistas no declarados que bogan por mantener muy sutilmente al menos un país en este mundo con el status deseado por ellos?
¿Se cegarán tanto en un odio hacia el gobierno de los Estados Unidos que son capaces de alinearse al bando contrario llámese Fidel Castro, Sadam Hussein, Hitler, Bin Laden o cualquier desmedido inhumano despótico dictador con tal de no quedarse en una lógica postura de condena a todo aquello o aquellos que propugnan el odio entre los seres humanos esgrimiendo un absoluto y populista discurso cualquiera que fuese?

Podría cuestionarme tantas otras cosas que esta página pasaría a convertirse en un largo impreso de prodigiosas interrogantes sin convincentes respuestas existentes.
Preferiría, desde mi humilde opinión, encomendarme hoy a desmenuzar algunos de los por qué entendidos por mí.

A la humanidad le encanta por excelencia desdoblarse en dos acciones. Una, sentir pena y brindar su apoyo por el que se considera más débil ante el más fuerte. La otra, querer vivir como vive el más fuerte.

Desde hace más de cincuenta años esta manera de pensar se ve ajustada perfectamente hacia Cuba por parte de miles y hasta millones de seres humanos de todas latitudes. Lo que más significante resulta para los que viven dentro de Cuba, es ver como muchísimos extranjeros alaban nuestra sociedad revolucionaria, comparándola con las desigualdades monstruosas de las suyas y siendo ellos participes directos o indirectos de ello.

Acomodados y reconocidos intelectuales, políticos de ideas de izquierda, músicos de buena trayectoria, artistas plásticos, actores, directores, profesionales y hasta empresarios. Todos, y valdría la pena recalcarlo, provenientes de países capitalistas, dentro de los cuales viven en un estado de relativa comodidad material y de derechos humanos, los cuales si viesen truncados dentro de sus sociedades, no dudarán en buscarlos en las comodidades de la vieja Europa.

Un sin número de ellos se han desencantado con los años del proceso de "cambios" que su añorada revolución ha decidido realizar. Se han desilusionado, simpática manera de describir esas sensaciones propias de ellos cuando de una sociedad completa se trata, como si de un juguete o serie televisiva se tratase.

Cincuenta años, es sabido, no simboliza mucho para la historia de la humanidad, pero un solo año de esta puede cambiar la vida completa de muchos seres humanos, cincuenta años, por consiguiente, sin duda cambian la vida de millones de personas. Hablo de toda una vida, por decirlo de una manera más coloquial y quizás mejor entendida.

Cuando en el año 2003 se produjo una más de las tantas masivas detenciones de críticos del régimen y el fusilamiento, a bombo y platillo anunciado, de tres jóvenes capturados luego de robar una lancha e intentar salir ilegalmente del país, comencé a escuchar a raíz de aquellos sucesos, las voces de tantos sujetos internacionalmente comprometidos con su apoyo público al gobierno cubano, defenestrando aquella decisión tomada por su hasta entonces amada revolución.

En ese mismo año de 2003, se cumplían cuarenta y cuatro años de su amada revolución. ¿Podría entonces pensar que hasta el instante de aquel episodio cubano, con un marcado pluralismo de acción dentro de su propia y habitual idiosincrasia, estas personas no habrían sido capaces de detectar fallas algunas de elementales violaciones de derechos humanos en ese país tan pequeño como adorado por ellos, o solo creerían el idiolecto de quien admiraban más de ese país?

Podría tildárseles con muchos adjetivos, pero las dudas sobre ellos siempre quedan como si de hipócritas se tratase, los cuales creen o hicieron posteriormente creer la ignorancia que poseían sobre las atrocidades de las que, y por propia voluntad, se convirtieron en cómplices.

El derecho a cambiar de opinión


Todo ser humano nace sin conocer ninguna regla moral, social y mucho menos política de las que rigen el mundo entero. Eso es tan cierto como el tener el derecho a equivocarse una, cien y hasta miles de veces en la vida con diferentes motivos y por diferentes causas. De hecho, muchísimas veces recapitulamos sin estar seguros si esa nueva postura que tomamos, esa nueva decisión que asumimos o esas nuevas palabras que decimos, son las que realmente puedan ser las correctas; puesto que a nosotros mismos nos cuesta, llegado ese momento, estar seguros de que sea la decisión acertada.



Nadie tiene la verdad absoluta y esa es una gran verdad. Solo repetimos lo políticamente correcto, lo diplomáticamente aceptado, lo moralmente bien admitido según la sociedad o grupo específico dentro de los que nos encontremos. No solemos ser kamikasis por el solo hecho de serlo, al contrario, intentamos cuidarnos moral y socialmente aún más que en lo que a nuestro mismo cuerpo se refiere.



¡La defensa está permitida! Cualquiera que escuche esta frase la relacionará con el derecho que debería tener cualquier acusado de poder demostrar su inocencia ante un juzgado. Sin embargo, en Cuba, esta frase se suele utilizar para justificar actos conocidos popularmente como supervivencia; entiéndase mejorar la cuota alimenticia, conseguir alguna divisa extranjera, un viaje al exterior, etc., etc., etc. Hasta aquí todo bien, normal, o como guste entenderse.



La cuestión que hoy me lleva a escribir, es sobre las veces que decidimos enmendar nuestros “errores”. Pasaría por una cuestión tan normal como humana, tal y como comenté anteriormente, si no fuera por que en el medio de nuestros “errores” nos supiésemos cómplices directos o indirectos de hundir en el purgatorio la vida de otra u otras personas. Si de Cuba se trata, esta práctica estaría por romper los record en tiempo seguido de su uso y práctica.



Cualquier cubano de cualquiera de las tantas orillas en las que nos podemos encontrar, conocerá de más de veinticinco casos como mínimo de manera directa y personal. En todas etapas existieron los dobles discursos, y por más que siempre sea un acto repudiado hacia la persona que lo practique, se logra justificar este solo con el derecho de esa persona a la supervivencia.



Lo que no he podido jamás aceptar, es reconocer a pasados inquisidores y portavoces públicos del régimen cubano, cruzando el charco y recitando las trilladas ofensas al gobierno de la isla. Se reconocen haber sido víctimas de presiones durante años para ser delatores, voceros oficialistas, insultantes defenestradores de opositores al gobierno, justos enjuiciadores, procuradores de la buena moral de los ciudadanos revolucionarios, salvaguardas de las ideas indestructibles de la revolución a costa de quien o quienes se atreviesen a difamarlas, incansables vigilantes con miradas fijas y agudas contra el enemigo vecino del norte, olfateadores de disidentes, de desviados ideológicos, de subnormales homosexuales.



Hasta donde puedo yo reconocer existe un límite entre el derecho a la supervivencia y el derecho a destruir la vida de otras personas. Considero, en el caso cubano en particular, usar la palabra sobrevivir para quienes levanten junto a la masa, desde el oficialismo convocada, las banderas de la revolución; para quienes griten desde el interior de una manifestación oficialista y obligatoria consignas prosocialistas; a quienes participen en cuanta campaña gubernamental sea moralmente obligatoria participar. De eso participamos en menor o mayor medida casi todos, con o sin convencimiento alguno. Muy pocos se han atrevido a rechazar las órdenes del Emperador y su séquito sediento de ateos a la monarquía. Los valoro cada día más, a quienes lo hicieron y hoy viven en el exterior y a quienes lo hacen y viven aún dentro de Cuba. La moral, por más en desuso que pueda encontrarse hoy día esta palabra, estará siempre con ellos, equivocados o no, triunfadores o hundidos.



Todos sabemos de manera perfecta quienes hemos sido cada uno de nosotros, que papel hemos jugado en esta larga historia y reconocemos también a quienes hoy, desde otras orillas, abogan por los cambios dentro de Cuba, incitando a realizarlos a los mismos que ellos otrora supieron estigmatizar.



No recuerdo haber escuchado que a quienes defendieran abiertamente un régimen despótico, cualquiera fuese este, y una vez concluido el mismo, se les perdonara sus crímenes, sus delaciones, sus públicos discursos de respaldo. De quienes hablo y conozco, son personas sin una verdadera opinión a cambiar, pues cambian esta según la posibilidad que les permita vivir mejor, en cualquier latitud o sistema, hundiendo hoy personas desde del socialismo, mañana lo harán desde el capitalismo. Si existiese un tercer sistema político en funcionamiento, no dudo en lo absoluto que serían tan capaces de readaptarse tal y como lo han logrado realizar sin aparentes escollos dentro de los dos existentes, sin un solo ápice de aparente vergüenza para con ellos mismos, menos hacia los demás, cambiando de opinión como de discurso frente a sus mismos condenados de ayer y hoy en su mismo exilio. El oportunismo desfachatado a rostro descubierto, la inmoralidad que solo persigue la comodidad material y el resguardo del poder del lugar a donde han llegado.



Aplaudo a los que sí tuvieron el valor de reconocerse a sí mismos que quizás todo fue un error, que dejaron años, décadas de sus vidas y expusieron las de sus seres queridos en pos de un proyecto truncado no por ellos. Pero han sido capaces de reconocerlo en silencio, para sí mismos, que es donde más duele, sin la necesidad de realizar un humillante y orquestado mea culpa que les permitiría hoy vivir con unos cuantos dólares de más en el exilio. Han preferido el ostracismo fuera de Cuba como tantos otros que sí han sufrido en carne propia las vejaciones del régimen y que sobreviven en cualquier parte del mundo sin el descaro de desdoblarse en acciones y palabras, o formar parte de otra política diferente en la cual tampoco encuentran una real representación.



Quizás por eso, y antes que el régimen provoque un milagroso giro, que a su vez evite el milagro del que aún disfrutan una vez autoexiliados, es que podemos observar como cada día son más los que, sin merecimiento alguno, también tiene otorgado el derecho a cambiar de opinión.

Panfilo: la burla, la verdad y la realidad


Todos aquellos que cada tanto se conecten en la Web, habrán tenido la oportunidad de poder observar el vídeo de Pánfilo.



Pánfilo, nombre poco común, simpático diría para la ocasión y especial para el personaje que sin proponérselo terminó creando, no pasaría de ser un tipo común más de La Habana.



He leído decenas de comentarios de quién es realmente Pánfilo, y los mismos van desde una crítica a su moralidad, hasta de un pasado como combatiente internacionalista e integrante de un batallón de tropas especiales del ejército cubano. Nada de eso pudiese extrañarme, ni es mi objetivo juzgarle a él como personaje heroico, villano o payasézco.



La comedia creada por su declarada angustia exorcizada por el alcohol, y que lo tuvo como protagonista al haberle robado, en sentido figurado pero nunca mejor expresado, la nota a un joven que intentaba promocionar su trabajo musical frente a una cámara de video, no es más que el archiconocido drama de las limitantes eternas del pueblo de Cuba.



¡Pánfilo somos todos! Podríamos gritar los cubanos de aquí y de allá, pero sería una falsa verdad a sabiendas que no todos lo somos ni lo seremos, estemos aquí o allá.



¡Pánfilo lo que es, es un alcohólico desmedido al que no hay que hacerle caso! Podrían decir los que quisieran restarle importancia a un simple personaje hasta ese día desconocido por un noventa y nueve coma nueve por ciento de la humanidad. Sería esto ya no desconocer la realidad de una sociedad, sino la de un ser humano, de una vida propia, de un pasado y un presente, de un ser humano con sus logros y frustraciones a cuestas.



¡Pánfilo es un valiente! ¡Al fin alguien dijo la verdad! ¿Quién sería ese alguien, Pánfilo? ¿Cuál sería esa verdad, la del hambre en Cuba? A mí entender este vídeo no pasaría más allá de una cuantas carcajadas si Pánfilo fuese un tipo con hambre de cualquier otro país.



¡Ah! Pero para suerte o desgracia de Pánfilo él es cubano y vive en Cuba. Cualquier comentario que salga de Cuba causa revuelo en el mundo entero y aún más dentro de la isla. Mientras más realce tome una noticia de Cuba, más rápido tratarán de hacerla callar desde adentro. Ese callar, por supuesto, incluye a quienes hayan hablado.



Dejemos de ironizar, reírnos y comentar vagamente acerca de lo que una persona cualquiera, Pánfilo en este caso, pudiese haber dicho o declarado, con o sin alcohol mediante. Se trata de entender y respetar a la persona en sí misma y no al voluntario conejillo de indias que servirá para enfurecer a un sistema que probará una vez más sus experimentos “disuasorios” para con él, o al grito de la otra orilla de quienes quisieran ver más Pánfilos realizando lo que ellos no se atrevieron jamás realizar.



No me sorprendería que apareciese Pánfilo en algún programa televisivo cubano desmintiendo a través de un comunicado, con unas nada creíbles propias palabras, autoinculpándose por lo realizado en aquella ocasión, avergonzándose de la postura tomada y reivindicando los logros del sistema cubano a través de las ininterrumpidas cinco décadas de progreso socialista.



Ya es archiconocido los métodos del sistema, cuando no pueden callar con la cárcel, lo intentarán de otras formas, y la autoflagelación pública siempre ha sido de las más efectivas y favoritas a realizar.



Sería magnífico que cada vez que surgiesen públicamente los Pánfilos que sean, los medios internacionales y todos los que vivimos fuera de Cuba, no quedásemos en mostrar solamente el descontento y angustia de quienes se entreguen a realizar esta ofrenda a los otros dioses del exterior, ni que sigamos con morboso interés el trágico final de aquellos desgraciados que ven flageladas aún más sus vidas. Sería muchísimo más conveniente que pudiésemos entender desde el por qué alguien se logra animar a algo que en los años de su existencia no logró animarse, hasta conocer que depara la vida para ellos, no cortar la comunicación con aquellos que incurren a la auto culpa públicamente, y quizás de esta forma poder ir desmembrando un poco más la espeluznante máquina de un régimen, sea cual fuese.



Parecemos tantas veces los salvados de un naufragio que desde sus botes observamos a los que aún en el agua padecen, esperando una víctima más para poder hacer todavía mayor la tragedia y poder aumentar las cuotas a cobrar de un seguro de vida.



Ojalá y Pánfilo siquiera conozca su mediática fama en la Web, al menos mientras viva dentro de Cuba. Sería, considero, la mejor opción para sí mismo. Hay veces que desconocer la realidad en que hemos caído, nos hace lograr superarla.

domingo, 3 de mayo de 2009

Las valijas de dolor con el rompecabezas desarmado


Al estar ya unos años fuera de Cuba, mi país natal, he pasado por diferentes etapas de cuestionamientos e ilusiones acerca de esa isla. Ideas que pudiesen ser realizadas, utópicas quizás, reales en la medida que pueda la voluntad querer. Aún, reconozco, mantengo la bronca contra tantas realidades vividas por mí o por tantos otros, todos de una forma u otra. Las víctimas nos volvimos también victimarios en algún pasaje de nuestra vida, y añoramos en repetidas veces la posibilidad de un solo día de desmedida revancha contra los otros. El tema pasaría por saber quienes serían los otros, ¿los que profesaban su parcialidad del bando oficialista, o los del bando opositor? En gran escencia, considero, es la gran cuestión.



Tengo treinta y cuatro años y todavía poseo gran parte de la innata bronca adolescente dentro de mí, esas ganas de triunfo de quien nunca logró una victoria real y que ansía poder lograrla. Pero los diez años fuera de Cuba me han logrado tranquilizar, mantener dormida tal vez la ira contra aquellos que he odiado y que aún en diez años más no lograré perdonar.



Hoy, con esa bronca dormida, analizo el por qué somos tantos igual. No pretendo ser quien tenga la razón con esta conclusión tan personalizada, pero es la mía y si algo puedo hacer justamente fuera de Cuba, es brindar públicamente mi opinión.



Soy, y me consideraré por siempre, parte de la generación del "Patio de María", aquella generación inconformista, por convicción y rebeldía antagónica a todo lo que el sistema profesaba y declaraba correcto y necesario realizar. Por supuesto, no eramos, fuímos, ni seremos los únicos, pero es desde donde más puedo hablar, desde mis vivencias de adolescente y joven.



He podido notar como casi todos los conocidos míos cubanos con quienes he podido mantener un contacto fluído o saber de ellos a través de la web, mantienen esa misma postura. No es nada diferente a lo que me esperaba, sería sorprendente si de otra manera fuese, pero aún todos mantienen esa ira, más o menos desmedida hacia Cuba, hacia lo vivído y sentido.



¿Por qué no haber podido evolucionar y mutar tan justificado odio luego de tantos años fuera de la isla?



Es quizás la pregunta que me realizo hoy, creyendo que todos carecimos de un sentido más elaborado que nos mostrara hacia donde poder canalizar el odio, hacia donde poder encontrar una respuesta más sana que las ganas de una anarquía desmedida sin rumbo posible real.



Carecimos, sin lugar a dudas, de un líder, de un sujeto cualquiera que nos lo mostrase, que pusiera en palabras lo que sentíamos, de alguien que pudiese convencernos, de una persona que nos brindara una reflexión diferente a nuestros odios sin canalizar. Alguien que nos enseñara incluso a desacreditar a los tibios, casi fríos, cambios propuestos desde dentro del mismo sistema, sin caer en defenestraciones carentes de un respaldado análisis objetivo que lograría en una posible defensa de nuestras convicciones apoyar con capacidad y garantía nuestras ídeas. No existió, ya es sabido, un manuscrito que fuese nuestra biblica guía, un pensador como existieron en otros tiempos que nos enseñara a pensar, como Felix Varela o Martí. Seguramente pudieron existir y por conocer la historia, el oficialismo decidió torcer la misma y no dejaron que esta se repitiera, esfumándonos la posibilidad de poder escuchar a quienes podrían enseñar la diferencia entre pensamiento y análisis, a una mera repetición por omisión de otros análisis, de otras palabras. Entonces solo creímos la opción de poder escuchar las otras campanas, las que nos incitaban a incrementar el desmedido odio contra lo ya odiado, pero esto tampoco resultó ser lo que realmente necesitabamos.



Volcamos nuestra ira en una nunca satisfactoria salida de Cuba, sin haber podido elaborar el dolor aún dentro de ella, llevándolo con nosotros hacia donde pudimos llevarlo, hacia donde nosotros pudimos ir.



Fuera de Cuba, la vida nos hace cambiar. Quizás en un solo año podemos haber vivído lo que nos llevaría años dentro de la isla. Los cambios no son necesariamente malos, ya se sabe, pero las nuevas exigencias no esperan por nuestras necesidades de tiempos para una asimilación posible. Chocamos bruscamente contra una muralla para la que nunca estuvimos listos. Nos preparamos para otros golpes, pero no para enfrentar que modelo de vida llevar fuera de la isla. El modelo de un winner, de quien triunfa en el mundo capitalista según las reglas establecidas y que alguna vez logra regresar a Cuba por unos días de visita familiar y muestra a quienes quedaron, sus logros estampados en regalos, dólares o euros.



No era eso lo que una parte de los que salímos deseamos lograr, pero la realidad marca fuerte a quienes no posean otras opciones, a quienes terminan escuhando solo las campanas de la otra orilla, llamese Miami, Madrid, Mexico D.F. o Buenos Aires. Cada cuál cargó al salir de Cuba con su valijita de dolor y anhelos. Con un nudo en la garganta del grito contenido por la cultura del callar, un grito que sale una vez fuera como desahogo, como la bocanada de aire fresco que podemos tener por primera vez, pero sin poder saber como enrumbar aquel dolor de años, aquella bronca aprisionada. Viajamos, a través de mar o aire, con un rompecabezas de dolor desarmado dentro de nuestras valijas. Siento que dentro de Cuba se quedaba algo que nunca pudimos poseer, siento que nos habían robado las palabras y que una vez fuera de la isla, incipientemente comienzan a salir, poco a poco, como se supone que sea, primero un pensamiento, luego una palabra. A veces siento que sentarme y escribir es la única forma que encuentro de lograr la paz.



Hasta ahora no había podido encontrar que alguna ídea represente mi ídea, que mis reflexiones o pensamientos pudiesen encuadrar en algún lugar, es por eso que necesito mis propias palabras, no las que repetía desde niño, ni las que al crecer repetía de quienes creía admirar, ya no quiero usar más palabras prestadas, palabras mías en lo absoluto. Es por eso que he creado este espacio virtual que será la plataforma desde donde deseo volcar todo tipo de ídeas, reflexiones, pensamientos, sentimientos; así como buscándo en Buenos Aires un poco de Quimbombó descubrí que aquí le llaman como a su vez le denominan en Brasil, Bambia; diferentes formas de decir lo mismo, por eso pienso que a través de diferentes ídeas y reflexiones de personas de cualquier latitud mundial podamos entre muchos armar ese rompecabezas que aún no he podido resolver.