lunes, 5 de abril de 2010

¡Dejen a Cuba en paz!

Si tuviese que preguntarme quienes serían los principales responsables de los cambios que deban suceder dentro de Cuba, seguramente debería responder que los cubanos.
Bien, pero... ¿que cubanos?

La respuesta puede llegar en cataratas de opiniones diversas y acalorados debates y discusiones. No estaría mal, pero seguiríamos debatiendo, discutiendo, opinando y................
Si no existe un real acuerdo mundial para que en Cuba exista la posibilidad de un mínimo espacio real de libertad de expresión, será casi imposible que a la población se le exija desde afuera que sea la carne de cañón ante la aún aceitada maquinaria gubernamental.
Con los sucesos que transcurren en el país y de los cuales la prensa mundial se ha hecho eco, vale escuchar las opiniones de muchísimos presidentes latinoamericanos. La mayoría de esas opiniones son tan escuetas y escurridizas que podríamos denominarlas de "un alto contenido silencioso".

No tuve nunca la esperanza de escuchar en boca de los mandatarios regionales una declaración siquiera de mediación ante la situación interna cubana, pero muchísimo menos aún de condena a lo sucedido.

Si observara el panorama que compone el mapa político de mandatarios latinoamericanos, y exceptuando a Hugo Chávez, diría que con diferencias ideológicas entre ellos, son todos personas de un convencido valor democrático y de las instituciones, al margen del uso que cada cuál quisiera hacer valer de ellas en sus respectivos países.

Entonces, ¿cuáles son las excusas reales que llevan a tal silencio cómplice entre ellos?
Si miramos las edades de los mandatarios y los orígenes de sus militancias políticas, podemos observar que muchos provienen de sectores de clase media vinculados en los ámbitos universitarios u obreros a agrupaciones con tendencia a ideologías de izquierda. Bien, hasta el momento no sería ningún delito cometido ni razón para entender tal comportamiento, pero para ellos aquel primer amor político los ha marcado como marca un medio familiar para siempre a cualquier persona adulta que, incluso, haya optado por tomar caminos totalmente diferentes al mandamiento familiar.

A pesar de haber dejado de lado hace años los amores de izquierda, los cánticos pro- proletarios, las ideas nacionalistas y latinoamericanistas y haber entrado a desfilar en la intrincada, escabrosa, compleja, sucia y corrupta carrera política, han mantenido en el fondo un ligero ideal antimperialista y anticolonialista. Lo mantienen incluso en demagógicos discursos políticos disfrazados de nacionalismo y hermandad fronteriza sin atreverse nunca a pronunciar la palabra Estados Unidos, (no sería aceptado en términos diplomáticos, entendamos).

Esa falencia de verdad en la que navegan los ha llevado a ver en Cuba el último lugar del hemisferio en el cual pueden observar un espacio del pasado dejado atrás. Ven en Cuba el último reducto de la rebeldía aún adolescente que transpiraban y hacían brotar de sus palabras hace décadas ya. Ven a Cuba como observaría un sesentón a unos Rolling Stones que hace décadas han dejado de ser el grupo rebelde de su juventud para convertirse en una maquinaria comercial y que sigue vendiendo un paquete con portada de rebeldía comprable por esos veteranos fans que, sin creérselo, siguen sintiéndolos como los rebeldes que ellos han optado por dejar de ser.
Sin embargo conocen perfectamente la realidad, tanto como ese veterano fans de los Stone, pero prefieren ver en Cuba el último signo de rebeldía que necesitan para no sentirse del todo traicionados por ellos mismos. Aunque, la verdad más próxima de todo, no sea Cuba. La verdad más próxima son los Estados Unidos y lo que les representó su gobierno hace años y que aún les sigue representando sin poder gritárselo a la cara. El problema no es que están a favor de Cuba, el problema es que están en contra de los Estados Unidos. Cuba es simplemente el molesto grano que ellos ven para el poderoso vecino. Ese grano que ellos ni siquiera pudieron ni quisieron lograr ser, pero que disfrutan que exista. Es una actitud cobarde e hipócrita, es cierto, pero ellos son parte de la política y la política es esencialmente eso, cobardía e hipocresía, sin importar el cartel ideológico que pretendan colgarse en sus pechos, ni las ideas que descarguen en sus apasionados discursos de campaña para ganar los votos de sus electores.

Pero, si no han tenido el decoro de siquiera poder tratar de llevar a sus pueblos por el camino más sano a un mejor nivel de vida real, cayendo en las tentadoras dádivas de aquellas trans-nacionales extranjeras que otrora tanto criticaban, al menos deberían tener la decencia de saber retirarse y no intervenir nunca más en la vida un pueblo que nada les ha debido, nada les debe y nada les deberá cuando la historia sea contada una vez más.






1 comentario:

  1. Estoy muy de acuerdo con lo que dices, ese es el caso por ejemplo de honduras, no es que esten de parte de cuba sino contra los americanos, lo que no pueden decirlo abiertamente porque dependen de ellos en muchos sentidos y no hay ...pantalones para mencionarlos.

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